sábado, 12 de marzo de 2011

Sobre las movilizaciones en los países árabes y las maniobras del imperialismo
















En las últimas semanas, la sucesión de acontecimientos en el norte de África y Oriente Medio ha creado un enorme interés en la esfera internacional. A partir de las movilizaciones populares que se produjeron en Túnez en diciembre y enero, que supusieron la deposición de Ben Ali, y los acontecimientos posteriores en Egipto que desembocaron en la salida del poder de Mubarak, se siguen produciendo movilizaciones en países como Bahrein, Yemen, Libia, Irak, Marruecos o Argelia, donde se está presionando fuertemente en demanda de cambios políticos que afectan a aspectos diferentes como exigencias democráticas básicas, liberación de presos políticos o cumplimiento de leyes aprobadas.

De cara a la opinión pública internacional, se presentan los hechos como una sucesión encadenada de acontecimientos, mencionando repetidamente el término “revolución” para referirse a ellos y planteando un esquema común que ignora las diferentes características de los diferentes procesos.
La situación actual en este área geopolítica es resultado de la permanente injerencia del imperialismo, de los procesos de descolonización formales, de las políticas neocoloniales de las anteriores metrópolis y de la lucha entre las potencias imperialistas por conquistar esferas de influencia. Durante décadas y hasta su salida del poder, Ben Ali y Mubarak fueron peones del imperialismo favorecidos y protegidos por los países del capitalismo central, donde la fracción socialdemócrata de la burguesía llegó a aceptarlos como miembros de pleno derecho de la Internacional Socialista.

La intervención de las potencias imperialistas en estos países, durante el pasado siglo, se desarrolló de una forma activa para impedir el desarrollo social y económico de ninguno de ellos. Cuando, a mediados del siglo XX, después de la Conferencia de Bandung, y el nacimiento del Movimiento de Países No Alineados, en muchos de los países de la zona –y ligados en muchos casos a los procesos independentistas- surgieron toda una serie de opciones políticas de carácter progresista, cuando no de orientación socialista, éstos fueron acosados con saña por las fuerzas imperialistas, lo que se tradujo en golpes de estado, asesinatos, guerras civiles, falsas guerrillas, etc. Así se produjeron los asesinatos de Patricio Lumumba (Congo), Thomás Sankara (Burkina Faso) o Amílcar Cabral (Guinea Bissau). Igualmente se financió y mantuvo durante años la guerrilla de la UNITA en Angola o el movimiento separatista de Katanga. Igualmente se ha apuntalado a Israel como punta de lanza del imperialismo en Oriente Medio. También, de una manera más cercana, se entregó la soberanía Saharaui a la dictadura marroquí.
En su momento, Egipto, Argelia y Libia, a diferencia de Túnez o Bahrein, fueron puntales del movimiento de países no alineados y contaban o cuentan con dirigentes que, en lo formal, se muestran como continuadores de los procesos de liberación nacional (personificados en Nasser, Ben Bella y el propio Gadafi en su momento). Estos países fueron en su día referentes del panarabismo y tenían una orientación socialista, al menos en lo formal, que los ponía en el punto de mira de las antiguas potencias coloniales que se resistían a perder el control sobre una zona de importancia geopolítica enorme.

Los procesos de emancipación y liberación nacional en los países árabes del norte de África, caracterizados inicialmente por su firme oposición al imperialismo, pero carentes de una nítida posición socialista y de un contrapeso en la esfera de las relaciones internacionales, como lo fue en su momento la URSS y el campo socialista, han ido derivando, con el paso del tiempo, hacia posiciones de conciliación con las potencias imperialistas, bien cambiando de dirigentes, bien manteniéndose los mismos, haciendo uso de una retórica antiimperialista que ocultaba lo verdaderamente esencial: los acuerdos económicos y políticos de carácter estratégico con el imperialismo que condenaban a estos países a mantener un su stataus colonial. De esta manera, a los pueblos del norte de África se les robó la oportunidad de construir un nuevo marco de relaciones con las antiguas potencias coloniales, abriendo paso nuevamente a la penetración total de los intereses occidentales en sus países y al surgimiento de una oligarquía ligada a los centros imperialistas y basada en la explotación de las masas populares y el expolio de los recursos de estos países. Ahora, cuando estallan todas las contradicciones acumuladas, cuando esos pueblos, hartos de tanto sufrimiento y tantas carencias, como consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas en colisión con las relaciones de producción en el proceso capitalista, se movilizan para exigir cambios en sus condiciones de vida y sus sistemas políticos, el imperialismo interviene decididamente, tratando de manipular estos procesos para reconvertirlos en una situación nuevamente controlable, que le permita continuar el expolio de sus recursos naturales, minerales y energéticos, utilizando para ello todas las medidas a su alcance.

Tal como comprobamos en Irak, Afganistán o la antigua Yugoslavia, por situar varios ejemplos recientes, las tácticas del imperialismo son múltiples, polifacéticas y juegan con elementos formales desviando la atención de las verdaderas intenciones. Es necesario denunciar la hipocresía interesada en el tratamiento del caso libio, el papel que está jugando el Consejo de Seguridad de la ONU y otros organismos internacionales, así como las insinuaciones relativas a una posible intervención extranjera en la zona. Igualmente, denunciamos el burdo intento de implicar repetidamente a Cuba y Venezuela en la actual situación. Al mismo tiempo, se produce un silencio absoluto acerca de la represión existente en otros países como Marruecos.

Para el PCPE, el futuro de estos pueblos tiene que ser un futuro libre de la tutela y el manejo de las potencias imperialistas sobre la zona.

El PCPE apoya a los pueblos en lucha y aquellas movilizaciones populares que avancen hacia procesos de soberanía nacional y que permitan el ascenso de las fuerzas revolucionarias con el objetivo de la construcción de la sociedad socialista-comunista.

El PCPE denuncia la posible intervención imperialista directa en estos países, al mismo tiempo que condena sin paliativos todas las maniobras que el imperialismo está desarrollando en la zona.

Madrid, 27 de febrero de 2011.