jueves, 19 de mayo de 2011

Los nuevos movimientos y la tarea revolucionaria.

Decenas de miles de jóvenes han salido a la calle en estos cuatro días, lo cual parece un pequeño repunte de las movilizaciones que se están dando a nivel Europeo. Se respira cierto hartazgo, rabia y un descontento que no se sabe hacia dónde ni cómo canalizar.

Las consignas más coreadas estos días en las distintas manifestaciones y acampadas han sido “lo llaman democracia y no lo es”, así como “no nos representan” y “PP y PSOE la misma mierda es”. Es en primer lugar una proclama directa contra el bipartidismo, el establishment de los medios de información, o incluso contra la pasividad sindical, y en definitiva contra la paz social reinante en un contexto de crisis descarnada del capitalismo en todos los ámbitos.
Estas pequeñas chispas o llamaradas de protesta son positivas en cierta medida para el movimiento revolucionario, pero en todo momento hay que advertir los límites de los movimientos espontáneos. 


Nosotr@s nos organizamos precisamente porque sentimos la necesidad de la organización política permanente que suple, mantiene y empuja de los movimientos cuando estos disminuyen, entran en reflujo o se produce un cambio de ciclo. La organización además nos enseña que la salida a nuestros problemas no es individual, sino que hay que enfocarla y abarcarla de forma colectiva a través de la organización, así hay que explicarlo.

Si no, el movimiento espontaneo por si mismo está condenado a su debilitación progresiva y extinción sin alcanzar sus demandas, o alcanzarlos parcialmente, sin vistas al objetivo final. No podemos contentarnos con un par de parches al problema. Que el movimiento está influido por el reformismo y el oportunismo más clásico se manifiesta en reivindicaciones como la de reforma electoral en pleno periodo electoralista, en la ambigüedad de los planteamientos, en el interclasismo, o su no concreción en demandas concretas y rupturistas. La revolución pasiva de la que se habla si no se convierte en activa, se asimila al sistema.

¡Por ello se necesita la implicación en estos movimientos y procesos! Tenemos que pasar a la ofensiva política e ideológica en todos los planos, para que cuando llegue el domingo y pasen las elecciones no todo sea decepciones y desilusiones, sino que interioricemos que la lucha sigue, mediante la organización revolucionaria, con la articulación del poder popular, luchando junto por los intereses de la mayoría trabajadora.

¡ANTIFASCISMO, ANTIRRACISMO, ANTICAPITALISMO!

¡POR LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL!